Salto al Vacío - Parte Primera
Un pie después del otro me dirijo hacia el abismo, ignoro que he de encontrar más allá de la niebla, sea lo que sea es inevitable. Siento como mi corazón aumenta su tamborileo desde un pum pum imperceptible hacia una marcha redoblada que me recuerda de alguna manera un acto circense creando un ambiente de suspenso, aumentando la tención y creando expectativa...
Un paso, luego otro y me acerco al abismo rebosante de neblina, no puedo ver más allá de unos cuantos metros, limpio mi frente que suda copiosamente mientras intento tranquilizarme. Es curioso, de momento también recuerdo algún paraje de Juan Salvador Gaviota... al parecer es hora de aprender a volar aún en contra de lo que dicta la Cordura... al fin y al cabo nadie ha mencionado que no pueda, y ahora mi mente me dibuja como un pequeño abejón a quien nunca le han dicho que no puede volar y por eso confiado se lanza con entusiasmo a rebotar en las paredes (aunque de cierto modo la parte de rebotar no me agrada, aún menos estando tan cerca del borde)
-Recuerda todo lo que has aprendido, te has preparado por años para este momento -dice una pequeña voz temblorosa en mi cabeza-
-Creo que podría utilizar unos cuantos más para acostumbrarme -le respondo-
-¿Y bien que pensabas? ¿Que tendrías los pies pegados a la tierra para siempre?
-Bueno... no, pero la idea no se me antoja tan extraña
-¡Déjate de perder el tiempo y lo que vinimos!
-¿Vinimos? -respondo incrédulo- como si tu hicieras algo, soy yo el que se va a lanzar
-A este paso lo dudo...
-¡Ya está bueno! me desconcentras
-¡Pues si te concentras mas no te vas a mover de ahí!
¡Arrg! ¡Que molesto que puedo ser conmigo mismo! Sin mencionar que parece que la Cordura me ganó el salto hace algunos años, ¡Cielos! ¡Espero que no se haya lastimado! aunque por otro lado gracias a eso tengo a la Locura de compañera, ciertamente no es un gran estímulo intelectual pero al menos es buena compañera, me ayuda a soportar esta realidad en la que vivo atorado... ¡Ya te he dicho mi fiel Sancho, que no son molinos! son gigantes! ...
Un paso, luego otro y me acerco al abismo rebosante de neblina, no puedo ver más allá de unos cuantos metros, limpio mi frente que suda copiosamente mientras intento tranquilizarme. Es curioso, de momento también recuerdo algún paraje de Juan Salvador Gaviota... al parecer es hora de aprender a volar aún en contra de lo que dicta la Cordura... al fin y al cabo nadie ha mencionado que no pueda, y ahora mi mente me dibuja como un pequeño abejón a quien nunca le han dicho que no puede volar y por eso confiado se lanza con entusiasmo a rebotar en las paredes (aunque de cierto modo la parte de rebotar no me agrada, aún menos estando tan cerca del borde)
-Recuerda todo lo que has aprendido, te has preparado por años para este momento -dice una pequeña voz temblorosa en mi cabeza-
-Creo que podría utilizar unos cuantos más para acostumbrarme -le respondo-
-¿Y bien que pensabas? ¿Que tendrías los pies pegados a la tierra para siempre?
-Bueno... no, pero la idea no se me antoja tan extraña
-¡Déjate de perder el tiempo y lo que vinimos!
-¿Vinimos? -respondo incrédulo- como si tu hicieras algo, soy yo el que se va a lanzar
-A este paso lo dudo...
-¡Ya está bueno! me desconcentras
-¡Pues si te concentras mas no te vas a mover de ahí!
¡Arrg! ¡Que molesto que puedo ser conmigo mismo! Sin mencionar que parece que la Cordura me ganó el salto hace algunos años, ¡Cielos! ¡Espero que no se haya lastimado! aunque por otro lado gracias a eso tengo a la Locura de compañera, ciertamente no es un gran estímulo intelectual pero al menos es buena compañera, me ayuda a soportar esta realidad en la que vivo atorado... ¡Ya te he dicho mi fiel Sancho, que no son molinos! son gigantes! ...
-Efraín Valencia